martes, 14 de enero de 2014

Crónicas del fin del mundo 6: El Chaltén, capital del trekking

Hoy el día amaneció muy lindo en El Calafate, quizás hubiese sido genial haberme quedado pero tenía planeado ir a El Chaltén, a 220km.

Es un pueblo de montaña que recibe muchísimo turismo durante la temporada de verano debido a la cantidad de circuitos de trekking que hay. Hay muchos, de diferentes dificultades, paisajes y duraciones.

Después del viaje, haciendo un par de paradas junto al Rio Leonas y en el margen noreste del Lago Argentino, llegué a El Chaltén a las 11:00 con lluvia, viento y frío. Suponía que hacia la tarde el clima mejoraría, como venía pasando en los últimos días... Me equivoqué.

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El pueblo está entre montañas, es pequeño y poco poblado, y está a pocos kilómetros de la costa norte del Lago Viedma, al norte del Parque Nacional Los Glaciares.

El Chaltén


Convencido de que el sol saldría a la tarde emprendí camino por uno de los senderos, el que lleva al Lago Capri y al Monte Fitz Roy, todo un ícono de la provincia de Santa Cruz.


El viento soplaba muy fuerte, las gotas de lluvia me golpeaban la cara y la temperatura bajaba...
Todo esto cesó en el momento que entré en el bosque.
Desde ahí subí varios metros por la montaña, en medio del bosque y varios claros con vistas hermosas, que se hubiesen disfrutado más si el clima lo hubiese permitido.

El inconveniente fue al llegar al final del bosque, donde había que hacer un camino de varios kilómetros  al borde de la montaña, sin nada que me reparara del viento, que era cada vez más fuerte y empujaba de un lado al otro a los que estábamos haciendo el circuito de trekking. Era intenso, las gotas de agua ahora eran aguanieve y no paraba de llover. Tuve que regresar, sin poder llegar al lago, porque no puedo arriesgarme a tomar frio al exponerme a ese clima por mi estado de salud. (En realidad el cabeza dura de mí quería seguir pero no me lo permitieron... y con razón).

Me dio bronca no haber podido terminar, algún dia volveré (de mochilero) y lo haré bien.

El Chaltén desde el sendero al Fitz Roy

En medio del viento y la lluvia...

De vuelta en el pueblo visité locales artesanales, comí waffles con chocolate caliente (algo que siempre hago en la Patagonia) y recorrí el lugar hasta que fuera la hora de volver a El Calafate.

Waffles con frambuesas y calafates
La población vive del turismo únicamente en la temporada de verano, durante el invierno el pueblo casi no recibe turistas. Los locales viven sin señal de teléfonos celulares (así lo prefieren) y viven una vida de suma tranquilidad. Dejan las llaves del auto dentro del auto como si nada, ninguna ventana está cubierta de rejas,  pueden dormir tranquilos sin trabar sus puertas... es como una realidad utópica para mí, pero sin duda un estilo de vida más sano. Además la gente es re macanuda y agradable (no como en El Calafate donde la mayoría ni te mira a los ojos cuando te habla...)

Sentido del humor en El Chaltén...


El Chaltén es un pueblo para mochileros. Está lleno. La mayoría son europeos, jóvenes, y también hay muchos asiáticos. Todos extremadamente abrigados como en un día invernal. En un momento el pueblo quedó dentro de una nube. El clima de hoy fue el peor que tuve en todo el viaje...

Compré postales, como hago en todo lugar al que voy, en las que se ilustra el Fitz Roy y al pueblo bajo un intenso cielo azul... Sin duda era photoshop. La única pizca de azul que vi en el cielo fue cuando estaba por subir a la combi que va de El Chaltén a El Calafate... Me dio tanta bronca! El día se puso hermoso en el momento en que me fui..... En fin.

Haber visto tantos mochileros, campings, albergues, y recorridos para hacer me dejaron con muchas ganas de volver y por hacer bien todo. Voy a tener que convencer a un par de amigos para ir a El Chaltén de mochileros en algún momento...

Regresé a El Calafate y ahora empiezo a preparar las valijas porque este viaje está llegando a su fin y mañana vuelvo a Buenos Aires...

Voy a extrañar el frío y la escasa humedad. Una pena no haber podido recorrer más de El Calafate y tampoco llegué a conocer el bar de hielo, hubiese podido haberlo hecho si no hubiese sido por el paro de maleteros de Aerolineas Argentinas que me costó una tarde completa en El Calafate. Pero bueno, cosas que pasan.

Las piernas me están matando, creo que ya estoy para correr una maratón con tantas caminatas hechas ista semana, jeje.

Este viaje llegó a su fin. Mañana regreso a Buenos Aires.

Gracias por leer!

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